Galina Kasábova
¿Hubo españoles en Norilsk? Esta ciudad surgió más allá del Círculo Polar como una simbiosis entre un poblado y un campo de trabajos forzados, vinculado a minas y a una fábrica refinadora de níquel. Los que han vivido en Norilsk, cuyas memorias se han publicado en la recopilacíon de doce tomos: “Sobre Norilsk, sobre la época, sobre nosotros” recuerdan a muchos extranjeros, entre ellos también a españoles. Pero en principio me propuse buscar documentos que confirmaran su presencia en el Norte. Se refieren a los años del final de la guerra civil española. A continuación comenzó la segunda guerra mundial.
Documentos
Abro la “Historia del GULAG estaliniano” en 7 tomos editada en 2004-2005. La temática del 4º tomo es “Población del GULAG: cantidad y condiciones de vida”. En la “Introducción” se advierte:
“La diferencia en las estimaciones es grande. De 2 o 3 millones de personas a 9,5 millones durante las represalias de los años 30; de 9,6 a 15 millones durante la segunda guerra mundial. Esas cifras se basan en datos indirectos, en el análisis del decrecimiento de la población de la URSS, de los recuerdos de testigos, de los datos de los centros de inteligencia extranjeros. Pero la razón principal que siempre ha impedido aclarar este asunto fue el traslado constante de la población del GULAG de un lugar a otro, no en vano en la mayoría de las estadísticas se llamaba “el movimiento del contingente”. Cada día llegaba gente a los campos, algunos eran liberados, algunos morían, algunos se trasladaban de un campo a otro. Las cifras que publicamos, como regla, dan idea solo sobre una fecha concreta”.
Por esta razón no es fácil establecer con exactitud cuántos españoles pasaron por el GULAG, y menos todavía al llegar en flujos muy diferentes. Los prisioneros de guerra de la División Azul no fueron ni los primeros ni los últimos.
En el libro “GULAG, 1918-1960, documentos” editado por la Fundación Internacional Democracia (editorial Materik, Moscú), encuentro el siguiente documento:
Resolución del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la URSS (bolchevique)
“Sobre los españoles que están en Odesa”
De 1 de julio de 1939. Estrictamente secreto.
Aprobar las propuestas del camarada Beria sobre las siguientes medidas:
1. trasladar a los españoles cuyo destino es el extranjero (fascistas) a otros alojamientos;
2. a los españoles con destino a España, trasladarlos en grupos a Estambul en barcos soviéticos facilitándoles visados de tránsito a través de Turquía. Trasladar a los fascistas en último lugar;
3. para los españoles cuyo destino son otros países (diferentes de España) gestionarles visados de entrada y enviarles, también en barcos soviéticos, a los puntos más próximos de estos países;
4. revisar la cuestión sobre la utilización de españoles que trabajan como peones no cualificados;
5. por medio del Consejo Central de Sindicatos realizar trabajos de formación política entre los españoles que se quedan en la Unión Soviética y ayudarles en los estudios del idioma ruso.
A todos los españoles que deseaban volver a España se les adjudicó la etiqueta de “fascistas”, ¿qué es lo que les esperaba en su patria? Pero los que quedaron a vivir en la URSS, tampoco lo tuvieron demasiado bien, algunos de ellos sufrieron también las represalias de Stalin.
Tampoco evitaron represalias los englobados en la categoría de “niños de la guerra”. Abajo cito lo que escribió sobre este asunto el francés Jacques Rossi conocido en todo el mundo como autor del “Manual de GULAG”. En España había dirigido una emisora clandestina de la Internacional Comunista, luego como mucha gente de la Internacional Comunista pasó por los campos de Stalin; estuvo en el campo de Norilsk. En su “Manual” hay una entrada “Niños españoles” (así se llaman en Rusia a los “niños de la guerra”). Esta es la entrada:
“Niños españoles. Niños de los republicanos españoles (1936-1939) a los que la Unión Soviética ofreció generosamente refugio salvándoles de las crueldades fascistas. A la vez esos niños se convirtieron en rehenes que garantizaban la lealtad prosoviética de sus padres en España. En el periodo de la purga de 1947-49 los niños habían crecido y muchos de ellos fueron enviados por el Consejo Especial del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) a los campos de trabajo con condenas de 10 o 15 años por “propaganda antisoviética”. Un numeroso grupo de niños españoles estuvieron en un campo de Kolymá (en la Granja de Renos). Tras la muerte de Stalin, a la mayoría de los niños españoles que habían sobrevivido se les permitió volver a su patria”.
Jacques Rossi menciona que a los niños con edad a partir de 12 años se les condenaba por el Consejo Especial como “miembro de una familia de enemigos del pueblo” y se les enviaba a los campos para 5 o 8 años y en casos excepcionales para 3 años. Puede añadirse que un decreto del 10 de diciembre de 1940 estipulaba el fusilamiento de niños a partir de 12 años “por dañar vías férreas u otras vías de comunicación”.
Los testimonios
En el segundo volumen de “Sobre Norilsk, sobre la época, sobre nosotros”, Nina Dzubenko en su artículo “Extranjeros en NorilLAG [el campo de trabajo de Norilsk, en ruso campo de trabajo es lager]” afirma que en estos campos “había concentrada toda una internacional”. Cita el relato de un ex recluso, Pável Chebúrkin:
“En 1938 trasladaron a NorilLAG a un joven español, llamado Juan, al que habían separado de sus padres. Le rebautizaron como Iván y su apellido lo cambiaron al modo ruso, así que el español se convirtió en Iván Mandrakov. Al término de la guerra civil en España muchos republicanos comenzaron a abandonar su patria. Varios barcos con españoles a bordo llegaron a Odesa. El último barco estuvo mucho tiempo en la rada, no se sabe si porque se agotaron los lugares donde alojar a los recién llegados a la Unión Soviética o porque se agotó la solidaridad con los republicanos… De una manera u otra, cuando trasladaron a aquellos infelices a Norilsk muchos murieron debido a la “hospitalidad” del campo…”
Y volviendo a Juan-Iván, el relato sigue así:
“A Juan, rebautizado como Iván Mandrakov, en un primer momento, por su edad, le enviaron a una institución educativa de donde se huyó. Se convirtió en el típico niño abandonado, robaba comida en el mercado… Le enviaron a NorilLAG de donde ya no podía huir”.
El mismo nacimiento de la ciudad, situada en el paralelo 69º no puede considerarse feliz. Norilsk se fundó como un campo de reclusión. Durante un cuarto de siglo fue un poblado de presos que literalmente se levantó sobre huesos humanos. Para imaginarse la vida del riguroso Norilsk hay que describir brevemente el clima de las zonas situadas en el interior del Círculo Polar Ártico. En realidad, allí solo existen dos estaciones, invierno y verano. La oscura noche polar dura 46 días, del 30 de noviembre a 14 de enero. El día polar, 67 días, en los que el sol no baja al horizonte. A medianoche el sol brilla igual de fuerte que al mediodía. En un año hay 250-260 días fríos de promedio. En Norilsk casi siempre hace mucho viento. Solo hay de 30 a 40 días sin viento y se producen unas 130 ventiscas al año. La dureza del tiempo en invierno se determina por la temperatura y por la velocidad del viento, cada metro por segundo se equivale a una bajada de la temperatura de dos grados. La temperatura más extrema a la que se llega es de 56 grados bajo cero.
A la gente del sur le costaba muchísimo acostumbrarse al frío. Alexander Gaivaronski, un antiguo recluso, recuerda a los españoles de esta manera, su relato detallado puede leerse en la web de Memorial de Krasnoyarsk. [Memorial es una ONG que investiga sobre lo que fue el sistema represivo soviético y tiene como objetivo la recuperación de la memoria de sus víctimas, hay secciones en muchas ciudades de Rusia así como en otros países]:
“Trajeron a Norilsk a la tripulación de un barco español, no sabíamos de qué se les acusaba. Era gente amable, amistosa que compartieron con nosotros, los reclusos, su arte de trenzar con hilos, el calzado femenino. Pronto todas las mujeres que trabajaban allí con contrato llevaban bonitos zapatos nunca antes vistos. El calzado se hacía en los talleres de zapatería del campo. Los españoles no pasaron la prueba de los severos inviernos polares y empezaron a enfermar y a morir. Pronto les sacaron de Norilsk”.
Esta información ha sido confirmada por Vera Koróvina Pauzer que hoy vive junto a San Petersburgo, en la ciudad de Vsevolozhsk. Vivió en Norilk desde 1942 hasta 1993. Esto es lo que contó sobre los españoles:
“Antes de estar en Norilsk nuestra familia vivía en Moscú y alquilaba una casa de verano en un pueblo llamado Tarásovka. En aquellos años (1938-39) a Tarásovka llevaron niños españoles. Para su hogar infantil les asignaron la finca principal y la casa de verano Nº3. La noticia de su llegada corrió por todas partes. Por aquel entonces todos se interesaban mucho por España, a los españoles se les tenía compasión y eran el principal tema de las conversaciones en ese pueblo de veraneo. Los vecinos incluso estábamos orgullosos de que hubieran llevado allí a niños españoles, de que en el pueblo los pequeños españoles recibieran amparo y cuidado.
Me acordé de ellos en 1962 cuando oí que en NorilLAG hubo españoles. Me quedé estupefacta. Aquel año estuve trabajando durante un corto periodo de tiempo en un laboratorio químico. El personal era en su mayoría femenino a excepción de un lituano. Era un hombre de mediana edad educado y afable que había llegado a Norilsk en contra de su voluntad. No recuerdo bien su apellido, Chernyavichus o Chernyavskis. Durante el día no se podía hablar pero de noche, cuando había menos trabajo, sí había posibilidad de hacerlo. Sin dejar de manipular probetas, Misha, como todos le llamábamos, nos contó que una vez habían trasladado españoles al campo. El hecho de que españoles, amigos del pueblo soviético, de repente se encontraran en el campo, me produjo un choque. ¡No quise creer que fuera posible! Posiblemente por eso, el relato del lituano se me grabó tanto en la memoria…
Al no poder adaptarse al severo clima del Norte los españoles comenzaron a enfermar y a morir. El lituano explicaba con compasión que los españoles no podían vivir sin sol y sin naranjas. Pero en aquellas noches largas con fríos y ventiscas no había ni siquiera patatas. Los españoles cayeron bien a todos en el campo. Y los reclusos escribieron a la jefatura una carta colectiva, pidiendo que se trasladara a los españoles a alguna tierra más caliente para evitar que sucumbiesen totalmente por el frío y la falta de vitaminas. La petición la firmaron todos, tanto los presos políticos como comunes. ¡Una rara unanimidad! Fue un caso único en la vida del campo…
Decidí buscar el apellido Chernyavichus y Chernyavskis en “Odnoklassniki” [una red social rusa]. Encontré ambos apellidos. He escrito una carta a Alexander Chernyavskis… ¿Y si se tratara de un nieto de aquel antiguo conocido mío de Norilsk?”
Otra historia acerca de una española de Norilsk me la contó Anatoli Belyaev. Siendo él muy jovencito llegó a Norilsk cuando acababa de abrirse una escuela profesional y se convocaba allí a estudiantes. El camino a Norilsk resultó muy accidentado, Anatoli llegó con retraso, las clases habían empezado y no le aceptaron en la escuela, pero se quedó en la ciudad. Allí conoció a Alexander Prokopenko y al amigo de este, Alexander Mijáilov.
“La mujer de Mijáilov era una española muy llamativa. Se llamaba Clarita. ¿Cómo la puedo describir? Hace falta el pincel de un pintor con talento. Era alta y bella, con grandes y expresivos ojos. Los Mijáilov tenían una hija, Svetlana, que era una copia de su madre pero que además sabía cantar.Tenía una voz impresionante, potente, no le hacía falta ningún micrófono. Al cantar arias clásicas ¡tintineaba la lámpara en el techo! Cuando había invitados, a veces pedían que cantara. No siempre aceptaba, porque su voz y su repertorio no resultaba apropiado para las sobremesas. Circulaban rumores que el padre de Svetlana, un español de la Internacional Comunista, había sido fusilado. Era evidente que Clarita tampoco había venido a Norilsk por su voluntad.
Svetlana, al terminar el instituto, se marchó a Moscú para ingresar en el Conservatorio Superior. Estudió con un músico célebre. Se casó con un médico militar. No conozco su destino posterior. Aunque frecuentaba nuestra casa en Moscú, hacer preguntas (¿cómo se encontró en Norilsk su madre? ¿quién era su padre? ¿cómo Clarita conoció al recluso Mijáilov?, etc.) no estaba bien visto en aquellos tiempos, no solo era indeseable sino incluso peligroso. Sé de oídas que cantaba en el teatro y que allí se enamoró. El marido hizo intentos por salvar la familia pero no supo oponerse al amor apasionada de la española. Svetlana lo esquivaba. ¿Pudo volver a España? Corrían tiempos en los que gente perdió la costumbre de preguntar unos a otros, de contar cosas propias… tal vez solo a los más cercanos…”
Ahora veamos un artículo en el periódico local de Norilsk de 24 de julio de 1999, que se titula “TRAGEDIA ESPAÑOLA”. Su autora, Svetlana Ebedzans, directora del Museo de Norilsk, escribe:
“En una ocasión me mandaron desde mi trabajo a investigar los fondos especiales del archivo del ministerio del Interior de la región de Krasnoyarsk [a esta región pertenece Norilsk aunque está mucho más al norte de la ciudad de Krasnoyarsk] y estuve examinando el archivo de extranjeros que habían sido “espías”, “terroristas”, “enemigos del pueblo”. Entre más de mil apellidos mi mirada topó con estos: Francisco Arroyo Cervantes, José Ascusta Echevarría, José Plata Loira, Diego Navarro Martínez, Martínez Aldrias, Julio Martínez Berros... [los nombres de los españoles pueden contener errores]
Me tembló la mano apuntando esos nombres hermosos, sonoros. En ellos, en las mismas palabras se oía libertad, amor a la vida, el temperamento español, y costaba imaginar que fuertes, morenos, apuestos españoles hubieran tenido que morir en NorilLAG. Lo único que pude averiguar por aquel entonces fue lo siguiente: llegaron a Norilsk en octubre de 1941 y en seguida murieron los seis. Al término de mi viaje de trabajo, tuve que volver a Norilsk”.
Pero Svetlana Ebedzhans tuvo suerte y tuvo ocasión de enterarse de más detalles. Y es que el profesor de Historia del instituto Nº 28, Serguéi Vólkov en el proceso de escribir su tesis sobre la historia de la ciudad de Norilsk en los años 1930-50 tuvo acceso a los archivos de Interior de la región de Krasnoyarsk. Svetlana cuenta en su artículo lo que él consiguió aclarar:
“Los seis españoles resultaron ser marinos de la flota española, antifascistas. El que mayor grado tenía (de capitán de Artillería) se llamaba Cervantes, tenía 45 años. He aquí los nombres de las naves donde servían: “Cabo San Agustín”, el vapor “Juan Sebastián Elquero”, “C. Tomá” [en dos últimos casos se refiere a los navíos de transporte militarizados, “Juan Sebastián Elcano” y “Cabo Santo Tomé”]. En esos barcos llegaron los seis a Odesa en 1937 sin sospechar que acabarían en los campos soviéticos. En el expediente de cada uno de ellos hay una frase que se repite: “Habla solo español”. Todos procedían de familias obreras, tenían estudios primarios, solo Cervantes contaba con 10 años de estudios. Su familia era la más numerosa, seis hijos y la mujer que se llamaba Carmen, que en vano esperaron su vuelta. En lo que respecta a su edad, Cervantes era el mayor, el más joven (24) era Diego Navarro Martínez (de este está escrito que quiso incorporarse al frente pero llegó tarde a embarcar en Feodosia y se quedó en la URSS).
Durante un tiempo trabajaron en Odesa, viviendo en la calle Chkalov, 31. Uno de ellos trabajó en Rostov en una fábrica de maquinaria como cerrajero. Ninguno quería quedarse en la URSS, deseaban volver a España o dirigirse a México. Naturalmente eran sometidos a vigilancia y controlados, constantemente daban motivos para denuncias: “Comete actos de gamberrismo, censura el régimen soviético y a los rusos”. “En el Club Internacional se pone en contacto con extranjeros para entregar cartas para España”. “Se niega categóricamente a trabajar”. José Ascusta Echevarría incluso solicitó ingresar en el ejército inglés, es “anglófilo”…
Cuando empezó la guerra contra Alemania, en los expedientes de los seis españoles apareció el siguiente apunte: arrestados por orden del comisario del pueblo [ministro] del Ministerio del Interior de la URSS, Beria y deben permanecer en NorilLAG hasta nueva orden. Esto significa que el 27 de junio para cada uno de ellos empezó un largo y agotador camino a Siberia donde fueron enviados sin juicio ni expediente alguno. No tuvieron posibilidad de sobrevivir. El primero murió en seguida, poco después de haber llegado a Norilsk, en noviembre, el sexto y último, el 1 de enero de 1942.
¿Qué pasó con aquellos barcos en Odesa? ¿Había más españoles en Norilsk? ¿Cuántos fueron arrestados en Odesa? Esta historia todavía no está totalmente estudiada y espera su investigación”.
Así termina su artículo Svetlana Ebedzhans.*
Desgraciadamente hay poca información sobre los españoles que pasaron por el GULAG, en el Memorial Internacional en Moscú y en el Centro Sájarov [Museo y Centro social, uno de cuyos objetivos es conservar la memoria de las víctimas de las represalias políticas en la URSS]. Esta es la información de la que disponen allí (los nombres trascritos del ruso, puede contener errores):
José Ventimilla-Fernández. Nació en 1915 en Valencia. Tornero. Vivió en Vilna, C/Cracovia, 9ª, piso 9. Arrestado el 31 de enero de 1948, condenado por el Consejo Especial del Ministerio de Seguridad Estatal de la URSS el 26 de junio de 1948 (según “Memorial”; en 1946 según el Centro Sájarov) por el artículo 58-10, parte 1 a 10 años de campos de trabajo. Por resolución del Comité Central de 14 de febrero de 1955 el caso se cerró. Puesto en libertad el 14 de agosto de 1955. Se decidió su repatriación. Fuente: “Memorial”, Moscú.
Diego Navarro Martínez. Nació en 1917, español. Vivió en Ucrania, Odesa. Arrestado el 27 de julio de 1941. Fuente: “Memorial” de Krasnodar.
Orrik, Piotr Ernéstovich, español. Nació en 1891 en la aldea Ilyínskoye, comarca Troizk, región Západnaya (“Occidental”). Antes del arresto vivió en el pueblo Voronija comarca Bereznikí región Uralskaya. Arrestado el 3 de julio de 1931. Acusado de propaganda antisoviética. Condenado a 5 años de prisión. Fuente: el Libro de Memoria de la región de Perm.
Poal, Jan Mijáilovich, español. Nació en 1873 en provincia de Livonia (Letonia). Estudios primarios, no militante, zapatero. Vivió en la ciudad de Usolie provincia de Irkutsk. Arrestado el 1 de julio de 1920. Acusado de haber cometido un crimen contrarrevolucionario por la Checa el 9 de julio de 1920. Posteriormente cerraron el expediente. Expediente Nº4/49. Fuente: Libro de Memoria de la región de Irkutsk.
José Cirones, Leov (Iosif Granin). Nació en 1914 en España, Reus. Recluso del campo del Ferrocarril Norte de la NKVD. Vivió en la república Komi. Arrestado el 29 de enero de 1940, acusado de la actividad antisoviética. Sentenciado el 2 de julio de 1940 a 8 años de reclusión. Condenado por segunda vez el 19 de noviembre de 1941, por el artículo 58-14 del Código Penal a 10 años de reclusión. Fuente: Libro de Memoria de la república Komi.
Domingo Mieites García. Nació en 1910, A Coruña. Estudios primarios. Vivió en la provincia de Atyrau (Guriev) en Kazajistán. Arrestado el 2 de marzo de 1944. Condenado por el Juzgado regional, artículo 58-14 del Código Penal, a 10 años de trabajos forzados. Rehabilitado el 14 de enero de 1993, según decreto del Presidente de la URSS de 13 de agosto de 1990. Fuente: datos de la Seguridad Nacional de Kazajistán.
Pedro Cepeda Sánchez. Nació el 15 de septiembre de 1922 en Madrid. Trabajó en la embajada Argentina, secretario traductor. Arrestado el 3 de enero de 1948. Condenado el 7 de agosto de 1948 por el Tribunal militar del distrito militar de Moscú por intento de huida al extranjero. Cumplió condena en el campo de Karagandá (Kazajistán), liberado el 23 de junio de1956. Murió en 1985 en Madrid. Fuente: Archivo del Memorial Internacional.
El húngaro Bela Irani, médico de profesión, escribe en sus memorias acerca de los seis años que pasó en los campos de Norilsk:
“He pasado un aprendizaje que no me hubiera podido proporcionar ninguna universidad del mundo… En el campo pude apreciar que la Unión Soviética reunía allí gente de todas las nacionalidades, al igual que un coleccionista reúne sellos. La diferencia era que allí reunían personas. Encontré a un español a quien habían traído a la URSS de niño junto al fondo de reserva de oro del Banco Nacional Español. Estuvo aquí un primo menor del jeque de Irán que fue secuestrado durante un motín por una unidad militar soviética. A principios de los 50 se lo llevó de Norilsk a una dirección desconocida una delegación de Moscú. Conocí a unos marineros estadounidenses a los que habían detenido durante una pelea en una taberna de Múrmansk. A veces los órganos de seguridad conseguían secuestrar a algún guardia de frontera finés, algún pescador japonés o coreano. En la colección cayeron varios chinos, coreanos, manchús. En el campo se oía alemán, italiano, polaco, eslovaco, checo, húngaro, rumano, los idiomas de los reclusos ucranianos, estonios, lituanos y letones… El chófer personal de Hitler se sentaba al lado y comía su sopa de col… Tuve la impresión de encontrar reunido en el campo a todo el mundo”.
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Galina Kasábova es investigadora de historia de Norilsk y editora de doce libros de recopilación de documentos y memorias sobre Norilsk titulado: “Sobre la época, sobre Norilsk, sobre nosotros”.
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* A esta información pueden añadirse fuentes españolas como la tesis doctoral “Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956)” de Luiza Lordache publicada en 2007, el libro «Españoles en el Gulag. Republicanos bajo el estalinismo» de Secundino Serrano (2011), «También se vive muriendo» de Pitusa Sánchez-Ferragut (2011) basada en los recuerdos de Ramón Sánchez-Ferragut, marinero que pasó por Norilsk, etc. En el conocido libro de Torcuato Luca de Tena "Embajador en el infierno" (1955) se dice de 45 marineros que estuvieron en Norilsk, 8 de ellos murieron en los primeros tres meses. El autor da sus nombres:
Francisco Arroyo
José Ascueta
Eusebio
Enrique Martínez
Julio Martínez
Rosendo Martínez Ermo
Navarro
José Plata.
De los barcos se sabe que el “Cabo Santo Tomé” fue hundido cuando se dirigía con un cargamento de la URSS a España y que el “Cabo San Agustín” se lo quedaron los rusos rebautizándole con el nombre de “Dniepr”, según información que se encuentra en internet. Todavía no están bien contrastadas las fuentes rusas y las españolas.