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"Cantamos por placer"

Mar, 22/12/2009 - 12:10
evguenia-bulatova

“Ívushka” (iva es sauce, ívushka es algo como saucillo) es un coro que interpreta canciones rusas y que está compuesto de españoles. Una “curiosidad”, vamos. Un ruso que nunca les ha oído y les ve salir al escenario se prepara para ponerse condescendiente y algo conmovido: “Claro que no les resulta fácil… pero cuánto interés ponen”. Pero qué va. Cantan maravillosamente. Esto prueba que las canciones rusas no son solo y entrañablemente “rusas” sino un patrimonio común al igual que todas las mejores obras de arte, que no conocen fronteras.

Por desgracia, el grupo se presenta al público raras veces por eso si tenéis una ocasión de escucharle, no la perdáis. Su radio de acción es Madrid y sus alrededores, llegar a sitios más lejanos no es fácil ya que no es un grupo profesional, cada uno de sus participantes tiene su trabajo y resulta casi imposible pedir un día libre todos a la vez.
Dirige “Ívushka” Evguenia Grigórievna Bulátova, para ellos Zhenia, la única rusa en el grupo. Es de Irkutsk, en la Siberia profunda y lleva muchos años dando clases en la Fundación Púshkin de Madrid, el centro de estudios de lengua rusa.

Evguenia Grigórievna ¿cómo nació el coro?
Comenzamos a cantar en las clases. En la Fundación Púshkin siempre cantamos canciones en las clases, pero solo en el caso de que la iniciativa provenga de los mismos alumnos. La didáctica no recomienda que se les presione con canciones rusas porque a algunas personas no les gusta cantar, otras no saben o se cortan. Recuerdo las palabras de un alumno nuestro que volvió tras unos cursos de Moscú: “Todo estuvo bien, la única pega es que siempre nos obligaban a cantar y a mí no me gusta”… Un día voy yo por el pasillo de la Fundación y oigo que en un aula dos chicas cantan en la clase acompañadas de una guitarra, y cantan muy bien a dúo. Abro la puerta y digo: “¿No os importa que escuche?” – “¡Claro que no!”… Desde entonces empezamos a cantar ellas dos, Estela y Ángeles, y yo… Y al mismo tiempo yo cantaba con dos alumnos, Carlos y Luis. No sé por qué unas y otros siempre cantaban por separado. No se conocían mucho… Y en un momento dado propuse que se unieran ambos grupos. Carlos Palao nos invitó a ensayar en su casa y empezamos a cantar juntos. Y no salió mal. Claro que habíamos trabajado mucho. Luego vinieron y se fueron otras personas y al final quedó este grupo estable de diez personas. En un principio tuvimos dos guitarras, un poco más tarde apareció Radojka, acordeonista…

¿Y este nombre tan curioso?
Es serbia. El primer disco nuestro lo grabamos en el garaje de Carlos. Es muy flojito, con errores musicales y lingüísticos. Pero estamos muy orgullosos de él, es nuestro, nos lo trabajamos. Y luego ya empezamos a cantar en serio. Y resultó que, al organizarles, me convertí en una especie de directora. Nuestros ensayos siempre duran mucho, unas cuatro o cinco horas. Pero nos reunimos con poca frecuencia, como una vez al mes, porque es muy difícil juntar a todos, están casados, tienen hijos, el trabajo… Pero nos reunimos con mucho gusto. Después de los ensayos les gusta montar una mesa para tomar algo. Para los españoles es algo imprescindible. Y sale muy bien. A veces después de los ensayos cantamos para nosotros mismos. Cuando cenamos en algún restaurante podemos cantar hasta la madrugada si nos lo permiten. Y cantamos en todas las lenguas. Por ejemplo, una canción preciosa en serbio. Radojka fue quien nos la enseñó. Estela canta fados de maravilla… Pero todo eso ya después de terminar los asuntos serios.

¿Ensayan en casas, no en la escuela?
No, en la escuela nos estuvimos reuniendo durante años pero luego los vecinos se quejaron y tuvimos que dejarlo. Ahora nos reunimos solo en casas cuyo tamaño lo permite. Recuerdo una vez en verano estábamos cantando en la casa de Carlos con las ventanas abiertas. Y al volver del trabajo su mujer dice: “Mirad lo que ocurre en la calle”. ¡Allí, bajo las ventanas, había gente escuchando!

Al principio cantamos en la embajada rusa ante nuestros alumnos (la embajada nos abre sus puertas una vez al año para la fiesta de Año Nuevo), luego empezaron a invitarnos en bibliotecas y centros culturales, salimos en Antena 3. De este modo la gente nos fue conociendo. Empezamos a recibir correos electrónicos de gente que quería formar parte del coro. Pero lo suelen solicitar rusos. Y a los rusos no les aceptamos. Porque nuestro coro tienes esa peculiaridad, lo forman españoles que cantan en ruso, en eso consiste la gracia. Algunos centros culturales nos dan dinero. Es poco lo que el ministerio da para ese tipo de actos, pero algo pagan. Y nos viene bien.

¿Reparten ese dinero entre vosotros?
¡Qué va! Lo metemos en la hucha y luego lo gastamos, por ejemplo, en comidas. Nos gusta actuar, nunca pensamos en el dinero. No es un grupo para ganar dinero. Pero nos gusta cantar y por eso, nos inviten donde nos inviten, lo aceptamos (si somos capaces de reunirnos). Por ejemplo participamos en un festival benéfico para las víctimas del tsunami en Tailandia junto con otros grupos, nos agradó mucho que nos buscaran y que nos invitaran… Cuando Vladimir Pútin vino aquí siendo presidente, la televisión de Moscú hizo un programa sobre España y en él aparecimos nosotros. ¡Y a partir de ahí llamaron durante un mes entero de distintas ciudades de Rusia! Nos hicimos famosos. En los últimos años cantamos en actos importantes: en la entrega de un premio a la mejor traducción del ruso, en el aniversario de Agustín Betancourt*… En mayo nos invitó la Radio Exterior Española, donde existe una sección rusa. Y allí, en la radio, grabamos el segundo disco. Salió mucho mejor que el primero.

Tienen una cantante profesional, ¿no?
Sí, la tenemos. Rosa Micas. No trabaja como cantante, es empleada, pero tiene estudios profesionales. Claro, a ella no se la puede ni siquiera poner al lado nuestro, porque tiene una voz de soprano profesional muy bonita. Pero encajó bien en nuestro grupo. Y siempre bromea: “¡Pero espero que no me echéis!” Porque entiende que su voz no corresponde del todo a nuestro nivel. A veces le dejamos a cantar sola, cuando el concierto es largo.

Dice que no aceptan a rusos. ¿Pero no tienen entre ustedes un hombre medio ruso? ¿Manuel?
Sus padres son españoles, de los llamados “niños de la guerra”, simplemente nació en Rusia por eso habla ruso como un ruso.

¿Siguen estudiando los miembros del coro en la Fundación?
No, muchos ya no estudian. Otros vuelven por un tiempo y se van de nuevo. Pero todos salimos de la Fundación Púshkin. Es nuestra Alma Mater.

¿Tienen un nivel alto de ruso?
No, no muy alto. Algunos hablan mejor, otros peor, pero en cualquier caso, para cantar todos juntos en ruso, su nivel es suficiente.

Recuerdo que en el teatro universitario en ruso, que dirigía Sveta Maliávina, los chicos también tenían una pronunciación excelente. Pero escuché como un actor dijo a sus colegas: “¡Como se reían! (se refería al publico) y yo ni siquiera entendí qué es lo que dije tan gracioso”. Creo que lo comentó medio en broma.
Claro, eso no puede ser. Es igual que en la traducción. No puedes traducir bien si no captas bien la frase. Y no puedes interpretarla. Ni cantarla.

Ivushka

Su coro tiene una entonación muy rusa. ¿Cómo lo han conseguido? ¿Visionan grabaciones o cómo la hacen?
En primer lugar todos ellos son apasionados aficionados a la música. En sus casas tienen unas colecciones enormes de discos. Ven películas, escuchan música, y la sienten. Hay que tener en cuenta que saben ruso, historia rusa, literatura. Se empapan de eso. En el concierto, cuando cantamos la “Canción georgiana” del cantautor georgiano-ruso Bulát Okudzhava, Estela empieza a llorar. Siente de manera muy aguda la hermosura de esa canción, la claridad con que se dice, lo bien que se expresa una filosofía entera de vida en esa canción… Y le digo: “No se te ocurra llorar en el concierto, hazlo después”. Así que pueden de manera muy profunda entender algunas canciones hasta el punto de saltarse las lágrimas. Y eso me conmueve mucho. Porque no se puede cantar las letras de una canción, la canción hay que sentirla, y la sienten.

Pero no siempre ocurre eso. La canción popular “Destino”, que ahora interpretamos muy a gusto… cuando se la puse por primera vez me dicen: “Pues no, no nos convence”. Como no les convencía, la retiré. Varios meses después volví a proponerla: “Vamos, escuchémosla una vez más”. Probamos y la aprendimos. Gusta mucho al público. Y a ellos ahora también les gusta. Lo mismo pasó con nuestra famosa “Kadril” (“Cuadrilla”). No les sentó bien en un principio pero les convencí de que la interpretáramos porque necesitábamos alguna canción alegre. A ahora ellos mismos proponen incluirla en los conciertos.

¿Qué planes tiene el coro?
Seguir ensayando, actuar donde nos inviten, buscar nuevas canciones. Para no cantar siempre lo mismo como “Oi, moroz, moroz” (“oh, frío, frío”) que llevamos ya diez años interpretando.

¿No ha habido momentos en que se ha sentido harta ya de todo eso?
¡Nunca! ¡Es que es un placer grandísimo! Hace varios años ellos me propusieron ir a cantar al parque del Retiro. Por aquel entonces Carlos trabajaba como decano de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. Le dije de broma: “Vale, yo voy, soy al fin y al cabo una extranjera, voy a cantar en un parque. ¿Pero cómo va a cantar en un parque el decano de la Facultad de Derecho?” No pusimos frente a nosotros ninguna maleta abierta, no pedimos dinero. Simplemente cantábamos por placer. Vinieron muchos conocidos nuestros, nos rodeó mucha gente. Varias veces pasó un coche de policía, se paraban, también escuchaban un rato. Quien quería cantaba con nosotros. Estuvo muy bien.

Además, en estos años nos hemos hecho tan amigos que ellos no quieren a nadie nuevo en el coro. Aunque es verdad que recientemente han invitado a Blanca que también es alumna de la Fundación. Es estudiante de la universidad y a la vez estudia canto. Tiene una voz de soprano purísima. Los chicos bromean: “A ver si se cansa de nosotros y nos abandona”, lo dicen porque es muy joven, solo tiene 19 años. También encajó bien con nosotros.

Usted es la única rusa entre ellos. ¿Se siente en su salsa?
¡Sin duda! ¡Llevo aquí tantos años! España es mi casa. Desde que tengo uso de razón, bueno, desde los 18 años, me siento vinculada con la lengua española. En la Universidad lingüística de Irkutsk estudiaba inglés y alemán. Y vino un nuevo rector a principios de los 60. Siendo joven había participado en la guerra civil española, estaba enamorado de España. Nos influyó a todos. Organizó unos cursos de español, a mí no me quiso aceptar porque ya había empezado a estudiar alemán como segunda lengua. Me dijo: “Niña, te va a ser complicado”. Pero la “niña” insistió y entró en el grupo. Y llegó a ser catedrática de español. Y lo fue muchos años… Pero antes había estudiado mucho, hizo el postgrado en Leningrado.

Luego, toda la literatura clásica española está traducida al ruso, por eso todos estamos educados con esta literatura. Conocemos bien la historia de España, su literatura, su cultura.

¿Quiénes? ¿Los hispanistas?
¡En general todos los rusos! En la biblioteca de cada casa no faltaba “El Quijote”. Estaban sin falta, Púshkin, Tolstoi y Cervantes. Estoy convencida de que los rusos en este plano sabemos más que los españoles sobre literatura rusa.

¿Cuándo vino por primera vez a España?
A España vine por primera y última vez en 1988. Y desde entonces vivo aquí. Vine para trabajar. Me mandó Moscú para enseñar ruso en la Asociación España-URSS. Tenía sucursales en toda España. Trabajé dos años en Vigo. ¡Y falo galego! El gallego me gusta mucho, es bonito, suave. Incluso ahora se me escapa a veces una entonación gallega porque la entonación es lo primero que se te pega… Tenía trabajo, me resultaba interesante, todo resultó bien, y todo sigue bien.

¿Va mucho a Irkutsk?
Cada verano, es mi casa.

¿Qué relaciones tiene con el canto?
El pueblo ruso canta todo, o casi todo. Cantaban mi madre, mi padre. Mi padre tocaba el acordeón. En la universidad yo cantaba a todas horas. Participaba en un teatro de aficionados, en un coro. Durante un tiempo aprendí a tocar la guitarra. Pero no sé leer las notas musicales, en este sentido soy la más “analfabeta” del coro. He aquí Rosa, como profesional, no sabe cantar sin notas. En cambio yo todo lo tengo en la cabeza.

¿Qué música española le gusta?
A mí personalmente me gusta la música folclórica. También me gustan Julio Iglesias, Manolo Escobar, José Luis Perales, los alumnos siempre se ríen de mí por mis gustos. Mi grupo favorito es El Consorcio, antes se llamaban Mocedades. También me gustan algunos temas de los cantantes jóvenes.

Si es tan “gallega” seguro que le gusta Amancio Prada…
¡Mucho!

Como filóloga quiero preguntarle (aunque no este el tema de la entrevista) ¿qué le gusta de la literatura actual española?
Adoro a Antonio Gala. Por su lenguaje. Con los libros de Antonio Gala se puede estudiar español como con los manuales. ¡Es un lenguaje puro, hermoso! He leído todos sus libros, estoy terminando el último, “Los papeles de agua”. Leo a Juan Marsé, José Luis Sampedro. Habitualmente “descubro” un escritor y empiezo a buscar otros libros suyos. De Arturo Pérez Reverte, tan popular en Rusia, he leído dos libros y me gustó mucho pero no busco más porque ya tengo claro la clase de escritor que es.

¿Y de lieratura rusa?
Tatiana Tolstáia y Victoria Tókareva. La literatura “masculina” la conozco menos, no sé bien por qué, la he dejado de leer. Sinceramente leo poca literatura actual rusa, más bien releo la clásica. Leo solo para estar al corriente si me preguntan los alumnos.

¿Le interesa más la literatura española actual que la rusa?
Sí, me gusta más. No veo libros super interesantes ni películas super interesantes en Rusia. No los hay. Hay una especie de estancamiento.

Y novela policíaca ¿es aficionada?
Soy amante de las novelas policíacas como evasión. Pero leo solo las de buena calidad: Akúnin, Marínina, Dashkova…

G.L.

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* Agustín de Betancourt (1758-1824). Un prestigioso ingeniero nacido en España que trabajó en San Petersburgo.

Libros de ocasión y nuevos, con una sección de libros relacionados con Rusia y otra con libros en ruso y bilingües.
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